El ramen, ese plato reconfortante y lleno de sabor que ha cautivado los corazones y los estómagos en todo el mundo, tiene sus raíces firmemente plantadas en China. A menudo se asocia con Japón, pero es importante reconocer su verdadero origen y la fascinante historia que lo rodea.
El ramen, o «lamian» en chino, se originó en la antigua China hace más de mil años. Lamian significa «fideos estirados a mano», y eso es precisamente lo que distingue al ramen: la habilidad de los chefs para estirar y estirar la masa de harina hasta obtener fideos finos y delicados.
Los fideos lamian chinos llegaron a Japón en el siglo XIX, gracias a los intercambios culturales y comerciales entre los dos países. Fueron una revelación culinaria en Japón y rápidamente se adaptaron a los gustos locales, convirtiéndose en lo que conocemos hoy como «ramen».
Japón hizo suyo el ramen, adaptándolo con caldos y sabores únicos. Cada región de Japón desarrolló su propia versión de este plato, como el ramen tonkotsu de Fukuoka, el ramen miso de Sapporo y el ramen shoyu de Tokio.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Japón se abrió al mundo y el ramen comenzó a extenderse internacionalmente. Hoy en día, puedes encontrar restaurantes de ramen en ciudades de todo el mundo, donde chefs de diferentes nacionalidades dan su toque personal a esta deliciosa receta.
El ramen es un plato que celebra la diversidad y la influencia cultural en la gastronomía. Aunque se ha convertido en un ícono de la cocina japonesa, es importante recordar sus raíces chinas. Conocer la historia auténtica del ramen nos permite apreciar aún más su rica herencia culinaria y su lugar en la mesa global.